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El día que conocí a Eugene Gendlin

Esta es mi experiencia del día que conocí a Eugene Gendlin.

Esta es una historia algo peculiar, de esas que podría contar mil veces y siempre habría un nuevo detalle que se hace presente en cada relato.

Fue el 9 de octubre de 2016 en su casa, en las afueras de New York. Había terminado el “week-long”, que es el encuentro más importante de Focusing del mundo. Lo organiza anualmente The International Focusing Institute con sede en New York. Toda la comunidad está invitada. Se convive durante una semana con estudiantes, Focusing Trainers y coordinadores donde se producen los más variados e interesantes encuentros e intercambios culturales e intelectuales y de la práctica de Focusing en los distintos países.

El último día de esa semana se realiza una ceremonia de certificación donde los estudiantes que completaron sus estudios pueden optar por recibir el título de “Focusing Trainers”, “Terapeutas orientados al Focusing” o “Profesional certificado en Focusing”.

Ese año yo recibiría la certificación de Focusing Trainer y estaba feliz.
Otro de los motivos que nos convocaba a estar presentes en New York era presentar el evento que realizaríamos dos semanas más tarde, el 17 de Octubre de 2016, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Evento solidario donde se presentaría Focusing: Fuerza para avanzar, cuyo fin era recaudar fondos para ayudar a un pueblo antiguo de Italia Central que se llama Amatrice y quedó devastado después de un fuerte sismo que dejó sólo escombros y muerte. Estaba orgullosa de poder ayudar y haber logrado organizar ese evento con el apoyo de muchas empresas privadas, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Consulado Italiano en Buenos Aires y la Embajada de Italia en Argentina.

Esa semana fue intensa, fue descubrirme, aprender, capacitarme y enriquecerme relacionándome con otros profesionales que sumaron a mi experiencia.
Cada recuerdo me lleva a querer escribir miles de anécdotas, pero no me quiero alejar de lo que se sucedió ese 9 de octubre de 2016.

Una vez finalizado el week-long la directora del Instituto de Focusing: Catherine Torpey, los coordinadores internacionales: Mónica Pérez Iturraspe (Argentina), Edgardo Riveros (Chile) y Aaffien des Vries (Holanda) irían a la casa de Gene a saludarlo. Gracias a que Mónica nos contó de ese encuentro, con Teté Brandam decidimos preguntarle a Catherine si era posible que Gene nos recibiera a nosotras también. Ella nos explicó que por su delicado estado de salud no sabía si podría recibir a tantas personas, pero que fuéramos con ellos en otro auto y si él aceptaba, podríamos participar nosotras también.

Y allí fuimos, siguiendo a la comitiva en otro auto, manejando sin saber qué pasaría al llegar y deseando poder conocerlo y también contarle de todo lo que estábamos haciendo en Buenos Aires para seguir impulsando su obra.

Llegamos finalmente a su casa… un lugar soñado rodeado de árboles y ardillas que corrían de un lado al otro y el silencio y la música de la naturaleza que tranquiliza alma.
En la entrada de su casa una escalera y un sillón con años encima, donde se notaba que pasaba una buena parte de su día.

Una vez llegados, entraron Catherine y los coordinadores. Aún no sabíamos si podríamos entrar.
Algo de nervios, curiosidad y emoción.
Mientras sacabamos fotos de ese paisaje maravilloso, Catherine nos hace señas y nos invita a pasar, aclarándonos que no está permitido sacar fotos dentro de su casa.

Eugene Gendlin estaba ahí, rodeado de libros, sentado en otro sillón casi idéntico al de la entrada. Sereno, hablaba pausadamente, sus 89 años estaban presentes, flaco, sonriente, amable.
Lo miré a los ojos y me puse a llorar. Aún no tengo explicación para eso, sólo recuerdo una gran emoción.
Hablamos de Argentina, y nos contó que cuando su familia debió emigrar por la guerra, además de EEUU, la otra opción era viajar a Argentina donde tenía un tío que podía recibirlos. Quién sabe qué hubiera pasado si su padre decidía desembarcar en las tierras del Sur… nunca lo sabremos.

Hablamos del evento y de su obra. En un momento le pregunté si podía darle la mano. Y esta vez, él me miró a los ojos a mí. Me sentí especial, el tiempo se detuvo, y me acercó su mano. Una mano que hoy todavía siento, arrugada, sensible, antigua como de otro tiempo, cálida, acogedora, fuerte, potente pero sobretodo presente. Esa misma mano que escribió cientos de artículos y libros que sigo leyendo y releyendo como si nunca los hubiera leído.

Después hubo preguntas y respondía con la precisión, la sabiduría y humildad que sólo poseen los grandes hombres. Y Eugene Gendlin lo fue. El fue un revolucionario y un incansable defensor de la sabiduría corporal.

Antes de irnos de ese maravilloso encuentro nos repitió : it’s all about the body! It’s all about the body!

Un honor haberlo conocido. Algo inesperado y sorprendente.

Y ahí aprendí algo que quedó marcado en mí para siempre. Cuando confío en el proceso, los hechos suceden y se ordenan con la sincronicidad del próximo paso.

Carolina Ades

Directora de www.focusingonline.com.ar 

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