fbpx

El entramado y la profundización

Por Eugene Gendlin

Traducción: Carlos Alemany, con la colaboración de Enrique Aquilar, Pedro Coduras y Jesús Rz. Ortega Psicoterapia Experiencial y Focusing: La aportación de E. T. Gendlin, Alemany

Algunos términos relativos a la línea divisoria entre la comprensión natural y la formulación lógica1

Introducción
II
Conclusión
Referencias

Introducción

Permítaseme empezar con una historia familiar: Suponte que tienes una sensación extraña y confusa. Luego te das cuenta de que te has olvidado de algo –es lunes por la tarde– ¿qué era eso? No lo sabes y sin embargo ahí está, en esa extraña tensión corporal. Piensas sobre todo aquello que tenías que hacer hoy, pero no, ninguna de ellas es “eso”. ¿Cómo sabes que ninguna de ellas es lo que olvidaste? Esa sensación de algún modo lo sabe. No desaparece. Te sumerges en la sensación. De pronto te acuerdas: Sí, habías quedado con alguien para almorzar. Ahora ya es demasiado tarde. Esto puede haberte puesto tenso. ¿Pero qué hay de esa sensación? Esa tensión concreta ha disminuido. El alivio no es más que la disminución de esa sensación. Su reducción es lo que te hace saber que te has acordado. La experiencia de recordar es algo que se experimenta y el término “recordar” se usa como referencia directa a la experiencia.

Es evidente que también hay indicadores externos del recordar, por ejemplo tu llamada telefónica para disculparte. En los estudios experimentales el recordar se define por medio de la realización de algún tipo de reproducción. Los términos que se refieren directamente a la experiencia tienen muchas otras relaciones con términos que se definen de otras formas. Pero estos dos tipos de términos no son paralelos. Si lo fueran no necesitaríamos ambos tipos.

Otro ejemplo: Pensemos en un poeta que se encuentra bloqueado en medio de un poema inacabado. ¿Cómo continuar? Las líneas que ya se han escrito piden algo más, ¿pero qué?

El poeta lee y relee los versos una y otra vea, los escucha y siente que estas lineas necesitan (quieren, demandan, implican …). Ahora las manos del poeta giran y giran en el aire. Esos gestos lo expresan. Muchas líneas surgen como alternativas intentando decirlo pero no lo consiguen. Lo que falta es más preciso. El poeta las desecha incluso aunque algunas de ellas eran bastante buenas.

Ese espacio en blanco se resiste a las palabras, pero no. Conoce el lenguaje ya que entiende y rechaza esas frases alternativas que surgieron. Por lo que no es pre-verbal. Sabe lo que debe decirse y también sabe que esas líneas no lo decían con precisión. Conoce, como también lo conocía esa sensación confusa de la que hablamos antes, pero es nuevo para este poeta y puede que también sea algo nuevo en la historia del mundo.

Ahora, aunque prácticamente no te conozco, sí sé uno de tus secretos. Sé que has escrito poesía por lo que te puedo preguntar: ¿no es eso así? A este espacio en blanco hay que referirse directamente (sentirlo, experimentarlo, poseerlo,…). Por tanto sea cual sea el término que utilicemos para un espacio en blanco como este, ese término también necesita nuestra referencia directa.

El espacio en blanco trae consigo algo nuevo. Esa función no es realizada sólo por medio de las formas lingüísticas. Funciona entre dos conjuntos de formas lingüísticas. El espacio en blanco no es sólo las líneas ya escritas sino más bien la sensación sentida que surge al releerlas y que desempeña la función requerida para conducirnos a las siguientes.

Una segunda función: si ese espacio en blanco bloqueado aún continúa después de que surgiera una nueva línea, esa línea se desecha. En tercer lugar, el espacio en blanco nos dice cuando una línea dada lo explica. Cuando así ocurre se suaviza, desaparece.

Entre la cara subjetiva y objetiva no existe una relación de representación o de parecido. Las palabras no copian el espacio en blanco. ¿Cómo puede un conjunto cualquiera de palabras parecerse a un espacio en blanco? Lo que era implícito se ha explicitado. Pero no se trata de una transformación cualquiera. La explicación relaja esa tensión, tensión que era el espacio en blanco. Pero lo que el espacio en blanco no se pierde o altera simplemente; sino que esa tensión, por decirlo así, es llevada adelante por las palabras. Las frases nuevas que puedan surgir aún no estaban en el espacio en blanco, evidentemente. De hecho aún ni existían. Cuando llegaron eran ya mucho más de lo que era el espacio en blanco aunque tampoco se trataba de algo totalmente diferente. En este momento, mi frase “llevar adelante” funcionó como un término para designar esta relación.

Debo destacar que esta función de llevar adelante no es una igualdad. La sensación-sentida no es un simple equivalente físico del lenguaje. Las dos caras desempeñan funciones muy diferentes.

Explicaré por qué esta desigualdad, esta relación de llevar adelante es tan importante. Si el lado subjetivo y el formulado fueran iguales, entonces el lado subjetivo sería superfluo. Pudiera ser que estuviéramos interesados en el lado subjetivo por razones sentimentales, ya que es parte consustancial de nosotros mismos, pero no desempeñaría ninguna función que ya no desempeñara el lado objetivo.

De hecho ya hemos mencionado indirectamente algunas funciones de este lado subjetivo, de este referirse directamente.

Vimos cómo nos hacía saber que habíamos olvidado algo. Vimos cómo rechazaba alternativas de lo que era y también vimos cómo nos hacía saber que en un momento dado lo habíamos recordado. Lo vimos permitiendo que las líneas ya escritas nos dijeran algo más de lo que ya estaba escrito. Vimos cómo rechazaba frases bastante buenas y que eventualmente también era llevado adelante por ciertas líneas. Vimos cómo ese llevar adelante puede decir algo más. Dedicaré este escrito a mostrar más funciones específicas de esta índole.

También he usado algunos términos para hablar de este lado subjetivo. Dije que una sensación sentida es un referente directo, que su significado implícito no es una mera copia o equivalente a su explicación, sino que era llevado adelante por la explicación.

Estos términos-puente son patrones, evidentemente, pero también tienen un lado subjetivo. Dependen de vuestra referencia directa a su lado subjetivo para que podáis pensar sobre las funciones especiales que ese lado desempeña en la cognición. Necesitamos tales términos en todas las ciencias sociales y en las ciencias cognitivas. Mostraré su necesidad en relación al campo de la inteligencia artificial.

No estoy preocupado por el tema ideológico de si se puede predecir un futuro en el que los ordenadores pudieran reemplazar la inteligencia humana y de si eso sería bueno o no. Lo que me interesa es la línea divisoria entre nuestra comprensión natural y el reino de las formas lógicas. Para ser capaces de manejar esta línea fronteriza debemos ser capaces de pensar desde ambos lados.

Es evidente que el tipo de conceptos serán diferentes en cada lado. En el lado lógico aparentemente hay patrones definidos: elecciones binarias, algoritmos, diagramas espaciales, cualquier cosa que pueda parecer ser “lo mismo” cuando recurre. El otro lado incluye todos éstos, al menos de un modo implícito, pero no de la forma en que parecen funcionar por sí solos, sino más bien con lo que implican cuando se usan – novedosamente cada vez, de tal modo que siempre dicen y hacen más de lo que pueden rendir de una manera lógica.

De hecho mi metáfora de los dos lados ya ha cambiado: ya que el lado natural incluye el modo en que las formas lógicas funcionan, la distinción entre ambas caras no es como una división entre dos cosas en el espacio. Los conceptos del lado natural son conceptos-puente de ambos lados. Son conceptos de la línea divisoria, o de la línea de unión.

Apréciese que mis dos lados no son de ningún modo duplicados de cada lado. Podríamos no necesitar el lado natural si fuera un mero duplicado subjetivo de lo que puede constituirse lógicamente y construirse externamente.

Los experimentos de pensamiento ideados por Wingenstein mostraron que no necesitamos ningún duplicado interno. En un experimento de pensamiento parecido más reciente se nos pide que imaginemos a un ordenador oculto cuyas respuestas en todos los casos satisficieran a cualquier entrevistador de que sabe inglés. De esta forma su carencia de conocimiento subjetivo se convierte en un misterio metafísico, o sencillamente parece innecesario. Pero eso sería aplicable sólo si quedáramos conformes tan sólo con lo que ya se ha ideado en términos lógicos. Si por el contrario, como es el caso, constantemente tenemos que referirnos al conocimiento natural o subjetivo para poder continuar formulando entonces no parece una buena idea pretender que todo entendimiento está ya formulado en términos lógicos.

¿Por qué no estudiar el proceso de profundización por el que podemos progresivamente formular más y más sobre ello? No hay por qué dejarlo en un mero espacio en blanco.

Hasta el momento esta profundización se ha dejado en gran medida como si se tratara de un tema privado. Cuando le preguntamos a alguien cómo lo hizo puede responder: “Se me ocurrió en la ducha”. Pero tengamos al menos un término para nombrar esta profundización. Si pudiéramos desarrollar más términos, términos adecuados a aquello a lo que se hace referencia en este proceso de indagación interior subjetivo, podríamos hacerlo mejor.

Por ejemplo, recientemente se han mejorado sorprendentemente el rendimiento de los ordenadores que juegan al ajedrez. ¿Cómo lo hicieron? Digamos que preguntaron a los jugadores profesionales de ajedrez por qué eligieron una estrategia determinada en un momento dado. Los maestros profundizaron en su sensaciónsentida de esa elección y encontraron muchas razones que implícitamente funcionaban juntas en la sensación-sentida de saber qué movimiento hacer. Pudieron explicar algunos de estos factores elegidos con anterioridad y uno de ellos era que ellos elegían ciertas estrategias porque era al principio del juego, otras porque el juego estaba muy adelantado, etc. Podemos invertir el orden en las que se encontraron: podemos así afirmar que el maestro de ajedrez hace exactamente lo que el ordenador. En relación a esta dimensión específica, puede decirse que el lado subjetivo es superfluo, meramente metafísico. Pero queremos encontrar otras dimensiones.

Esta discusión no sólo es aplicable a la inteligencia artificial sino en general a toda la metodología de la ciencia social. Las ciencias sociales intentan formular el comportamiento humano. La variedad de tipos de conceptos es mucho más amplia que en la inteligencia artificial, pero aún así las ciencias sociales requieren ciertos tipos de formulaciones lógicas. El argumento correspondiente que quiero analizar es si la ciencia del hombre es de hecho algo posible. Quienes responden afirmativamente piensan que tienen que rechazar cualquier cosa que no puede formularse, lo que incluye a gran parte del sujeto humano. Y al contrario, los que defienden al sujeto humano piensan que tienen que decir no, que a fin de cuentas no puede haber una ciencia del hombre. Mientras tanto nuestra ciencia ya es bastante poderosa aunque en gran medida necesita de mejores formulaciones.

¿No podríamos estar de acuerdo que de algún modo el universo también incluye a los seres humanos –ya que estamos aquí– y pensar no sólo en términos lógicos que parecen pensar por sí solos, sino también desarrollar términos para pensar que no podemos limitarnos (o al menos no todavía) a formulaciones lógicas independientes?

Pero la división ideológica es profunda: Cada parte casi que ofende por la mera mención de la otra. Uno se pone nervioso ante cualquier mención de algo que no puede reducirse a formas lógicas. Y el otro mostrará los dientes si tan sólo añado una palabra delante y hablo sobre lo que todavía no puede reducirse a lo lógico. Sin embargo ambos lados saldrán beneficiados si somos capaces de pensar sobre la línea de división o de unión entre los dos.

El tema de si los ordenadores podrán algún día sustituir a las personas es, repito, metafísico. Sin embargo podríamos estudiar el sistema que conforma la unión del ordenador y la persona (ordenador + persona). A fin de cuentas esa es la única situación real que se da.

Cito el principio de Sterner (1990):

“Mientras que las ideas de un programa puede expresarse en un “pseudo” lenguaje abstracto que aún no es inteligible para un ordenador, y mientras que sea ciertamente posible construir conjuntos de órdenes programadas que hacen que un ordenador haga cosas sin una consecuencia concreta, la síntesis de estos dos ofrece una unidad funcional que llamamos aplicación informática que desempeña acciones útiles.”

El hecho de que el sistema constituido por el ordenador más el hombre prácticamente no ha sido estudiado es algo evidente en todos sitios. La tecnología en el diseño de los ordenadores en sí misma está siendo brillante; la “interface” ordenador/hombre se maneja casi sin pensar en ello. En un simple teclado de un procesador de textos algunas de las teclas más usadas son las más pequeñas y se encuentran situadas entre otras que se usan menos. Es obvio que no se ha realizado ninguna investigación sobre el sistema que comprime al que escribe y al ordenador. Por lo que tanto más pasará, por ejemplo, cuando se quiere construir un ordenador que pudiera entender el lenguaje natural. Actualmente se piensa sobre esto hablando de si los ordenadores reemplazarán a las personas. En estos términos el sistema ordenador/ persona no aparece y por tanto no puede ser estudiado.

Ya que sólo se ha estudiado el ordenador en si mismo, no se ha realizado ninguna investigación sobre las funciones del ser humano en el contexto del sistema ordenador-hombre. Por tanto no poseemos demasiados términos de relevancia para designar las diversas funciones del lenguaje natural y del pensamiento.

Esta laguna entre el lenguaje natural y el ordenador también existe en la psicología cognitiva y en la ciencia cognitiva en general: la laguna existente entre el lenguaje natural y el pensamiento por un lado y la lógica matemática por otro. Por ejemplo, el pensamiento humano tal cual en el que se fijan los científicos cognitivos para desarrollar sus modelos lógicos es mucho más rico y diferente que estos modelos. No lo encuentran porque no hacen referencia a sus propias funciones de pensamiento y porque no intentan aplicar sus modelos a su pensamiento real. Parece poco científico hacer referencia directa al pensamiento que uno experimenta en sí mismo.

Si podemos referirnos a nuestro propio pensamiento entonces podremos apreciar si nuestros modelos lógicos actuales sobre el pensamiento son adecuados o no. Eso podría indicarnos qué funciones no pueden ser formuladas lógicamente. La cuestión de decir si “no pueden” o “aún no pueden” se convierte en una cuestión empírica para cada función a medida que la detectamos, la señalamos y eventualmente la definimos. Intentaré iniciar este camino en lo que resta del presente trabajo.

Los conceptos-puente que propongo nos ayudarán a producir más formulaciones lógicas de aquellas que parecen que funcionan solas y que pueden ser desempeñadas por máquinas. Pero esos conceptos también constituyen un incremento en la comprensión de nuestro entendimiento natural.

Por ejemplo, ahora ya entendemos una forma más de pensar de los maestros ajedrecistas, forma que antes funcionaba de manera implícita. Por supuesto que cuando era implícita funcionaba de una forma algo diferente a como lo hará ahora o cuando la mayoría de los maestros de ajedrez hayan oído hablar de ella y lo piensen explícitamente. Como conceptos puentes, los términos “explicación” “implícito” pueden hacernos ver esta diferencia. Con la ayuda de estos términos nos mantenemos más al lado natural de nuestro pensamiento (algo más que lógico).

Nos introducimos en ese lado para sentir el cambio que produce, para explicar. Sólo entonces podemos formular y predecir que los maestros ajedrecistas que conocen esta estrategia de modo explícito la usarán con más frecuencia. También podemos crear un concepto para decir que lo que queda explicado se separa de todas las otras dimensiones con las que antes funcionaba conjuntamente. Antes se supeditaba implícitamente a todas las otras dimensiones que se superponían con ella. La falta de este funcionamiento superpuesto podría arruinar el juego de un maestro, al menos al principio. Al igual que en cualquier deporte, te quedas fuera si se te enseña explícitamente a mantener tu brazo de una forma determinada. Examinando estos juegos en profundidad el maestro puede encontrar –y decirnos– algunas de estas dimensiones implícitas que no habíamos considerado todavía.

También queremos determinar y estudiar el modo en que, tras un pequeño intervalo de tiempo, esta superposición implícita queda restablecida, y con un mayor nivel de ejecución. Después de todo la historia del hombre se caracteriza por la búsqueda continua de explicación: primero se da un bloqueo o una disminución dramática y luego se restablece la superposición implícita en un nivel aún superior que al principio.

Al profundizar, primero conseguimos crear conceptos-puente y a partir de éstos pasamos a las formulaciones lógicas y las predicciones empíricas.

En psicoterapia, también, la experiencia es más precisa que lo que se puede decir con frases sencillas. Referirse y expresar tales experiencias nos conduce a un cambio terapéutico más profundo.2

Algunos psicoterapeutas, una vez que se dan cuenta que el paciente se ajusta a una categoría diagnóstica, olvidan al paciente y hacen referencia solamente a la categoría. Tales psicoterapeutas inconscientemente impiden que sus pacientes cambien. Ya que este error es ya bien conocido y aceptado, muchos terapeutas se niegan a usar ningún tipo de conceptos. Pero sí se sabe que las inferencias conceptuales son sólo una parte, si uno hace referencia de nuevo al paciente –o, en nuestros términos, si se sigue profundizando en el lado natural– entonces los conceptos nos sensibilizan sobre lo que podríamos encontrar. Por ello los conceptos son útiles, y cuanto mejor más útiles serán.

Al principio mucha gente se sorprende de que puedan hablar y pensar desde las experiencias que todavía no están expresadas en frases comunes. Como decía un paciente: “Se nos ha enseñado que sea lo que sea que sintamos sólo puede tratarse de algo entre tres o cuatro cosas.” Se excitó mucho y dijo: “Si existe otra manera de pensar, yo quiero aprenderla.” Aquí el paciente nos está pidiendo lo mismo que yo propongo: un proceso de formulación de conceptos.

¿Cómo tiene lugar esta profundización? Al principio atrae nuestra atención, no hacia nuevas claridades sino más bien hacia algo confuso, hacia un estado corporal ambiguo – una sensación-sentida. Puede parecer que se trata de algo privado, sencillamente de una sensación interior. Pero el lado subjetivo no es privado. Cuando surge la explicación, ésta muestra que una sensación-sentida tiene mucho que ver con todo lo que nos rodea.

Podemos comprobarla, parándonos ahora, para empezar a profundizar:

“Deja que tu atención se fije en tu interior, directamente, de modo físico, hacia esa sensación agradable o desagradable que hay en medio de tu cuerpo. Quiero preguntarte sobre lo que estamos discutiendo ahora (y no sobre otras situaciones que puedas tener también presente). Sobre lo que estamos tratando ahora, en medio de tu cuerpo, ahí, ¿qué surge de ahí en relación a lo que estoy dicicndo? ¿es todo neutral y agradable o hay ahí cierta excitación o algún tipo de incomodidad? Quizás hay una sensación de muchas cosas que no tiene que ver demasiado con lo que estoy diciendo. Sea cual sea la sensación corporal que tengas, ¿hay algunos argumentos implícitos en ello que pudieras explicar si tuvieras unos momentos de tranquilidad para hacerlo?”

Una sensación-corporal puede contener implícitamente argumentos sobre el mundo. No se trata de algo meramente privado ya que vivimos de forma sentida y corporal en el mundo. Gran cantidad de factores se superponen en una sola sensación-sentida de este tipo. Algunas ya han sido separadas con anterioridad, pero muchas no lo han sido nunca. Tu sensaciónsentida contiene implícitamente todo lo que me has oído decir pero también mucho sobre lo que has pensado y leído sobre este tema a lo largo de los años, y tu propio trabajo en todos sus muchos aspectos – y mucho más, todas las superposiciones de forma que cada una cambia implícitamente, dirigiendo y dando relevancia a las demás. Y además, una sensación-sentida de esta naturaleza puede conducirnos a algo nuevo sobre el mundo.

Por todo esto es obvio que el lado corporal subjetivo no es privado. No, el —— es tan público e interaccional como el propio lenguaje. Tu sensación sentida es tu interacción corporal con las diferentes situaciones. El cuerpo humano lleva implícitamente consigo las situaciones y el lenguaje. Nuestros cuerpos implican cada momento siguiente de nuestra vida. Una acción puede explicar este vivir más allá implícito, pudiéndolo llevar adelante. Explicar en palabras y de modo lógico son casos especiales de ese vivir más allá. Así, por supuesto, profundizar en una sensación-sentida nos acerca a lo que queremos hacer y decir a continuación.

Por todo esto, profundizar o enfocar (Gendlin, 1970, 1981, 1991) en una sensaciónsentida ha pasado a ser algo importante en muchos campos, incluyendo la enseñanza de la escritura creativa (Elbow, 1988). Eso nos muestra algo acerca del lenguaje.

II

Tanto Lakoff (1987) como Johnson (1987) hablan en sus libros sobre algo que es algo más que un patrón o una forma lógica. Johnson habla de “esquemas imaginativos corporales concretos y dinámicos”, lo que ciertamente no hace referencia a patrones lógicos, imágenes o diagramas. Lakoff habla de algo “no proposicional”. Ambos han tomado una posición estratégica excelente, justo en la línea de intersección en donde pueden tanto hablar de este carácter corporal como trabajar desde el lado lógico para reunir y formular lo que ha venido a llamarse “patrones que pueden ser lo mismo.”

Pero podemos ir más allá si distinguimos: mantendré que ese algo noproposicional corporal no debería pensarse como si se tratara de comunalidades, clases, estructuras o esquemas visuales aunque también queramos formularlas. Intentaré mostrar que lo corporal no-proposicional funciona de forma diferente y no como las comunalidades o los esquemas visuales. También queremos estudiar las funciones que le son propias.

Wingenstein mostró que el significado de una palabra reside en el modo en que se usa, y que normalmente una palabra se usa en toda una serie de situaciones. Mostró que una misma palabra podía usarse en muchas situaciones y que en cada una de ellas tomaría significados diferentes. Así nos ofrecía, no tres o cuatro, sino quizás treinta ejemplos de dichas situaciones, cada una de las cuales denotando cosas bastante diferentes. Ninguna de ellas se ajustaba al patrón que inicialmente parecía definir esa palabra.

También mostró que las situaciones en que se usa una palabra no compiten entre ellas ningún concepto, patrón, imagen o forma lógica y que tampoco existen diferentes subtipos claramente discernibles. Mantenía que los usos de una palabra sólo tienen en común “una semejanza familiar”. El significado de una palabra es nuestro saber-como-usarla, de forma parecida a como sabemos-cómo-montar-en-bicicleta.

Wittgenstein no fue mucho más allá: en su época ni siquiera podía concebir que la gente llegara hasta donde él había llegado. Su obra, después de todo, originó un esfuerzo notable para definir el uso de las palabras, si no por sus formas comunes al menos sí mediante reglas situacionales. Este esfuerzo fracasó llevando a una situación de desmotivación generalizada hacia este tema. Hoy en día se mantiene ampliamente la idea de que no hay ningún tipo de orden ya que las formas y las reglas no sirvieron.

¿Pero por qué no tomar la forma en que funcionan las palabras por familias de uso como un hecho positivo y estudiarlas desde ahí? ¿Por qué no intentar comprender la forma en que el lenguaje excede a las formas fijas? ¿Por qué no pensar deliberadamente tanto con formas como con el modo en que las exceden en su uso? Esto parecía imposible porque se suponía que sólo las formas podían ser ordenadas, que “orden” significaba exactamente “forma”. Por tanto todo aquello que excedía las formas debía minar cualquier cosa que intentáramos decir, pensar o entender. Todo esto ha llevado al nihilismo o al relativismo.

¿No nos atrevemos a pensar en algo más que en patrones? Sin embargo siempre lo hacemos. La cuestión es que esto se ha considerado como un problema terrible. Nosotros, por el contrario, lo consideraremos como un hecho positivo y muy valioso.

¿Podemos pensar y decir la familia del uso de una palabra? Por supuesto. Así lo pensamos cada vez que decimos cualquier palabra. Por ejemplo, ¿qué significa la palabra “usar” tomada por si sola? Tenemos una sensación-sentida de uso, uso diario, utilidad y el resentimiento que sentimos cuando alguien simplemente nos usa. Todos estos significados no se podrían aplicar a un solo caso. Pero todos ellos quedan implícitos en esta sensación de saber-cómo-usar la palabra. Podemos usar la palabra con mucha precisión. Esta precisión en ningún momento ha sido determinada. Si por sí sola una palabra significa esta familia de muchas situaciones, ¿cómo ha llegado a significar solamente lo que significa en una situación dada? En esa situación es evidente que no puede significar todo lo que implica su familia de uso. En su uso siempre significa algo más preciso. La palabra de hecho trae su familia de uso completa pero la trae dentro de una situación de forma que tanto la familia de uso como la propia situación determinan juntas el significado de la palabra.

Es obvio de que hay alguna relación (muy familiar) entre la diversidad de usos que una palabra lleva consigo y el tipo específico de situación en la que de hecho se usa. La familia de uso no determina por si sola lo que la palabra dice. Tampoco es la situación la que por si sola cambie el significado de esa palabra. Ambas participan en la determinación de lo que la palabra dice. La familia de uso en su totalidad se superpone (impregna) en la situación y de ahí que la palabra tome justo el sentido que tiene.

Podemos mirar más de cerca a esta complejidad que constituye la familia de uso de una palabra: Los diversos usos no se encuentran meramente separados como si estuvieran uno tras otro. La familia de uso está constituida por sus usos particulares, cada uno de los cuales ya se ha superpuesto (impregnado) por toda la familia. La familia de uso de una palabra, nuestro sabe-cómo-usar-una-palabra es una superposición, de forma que cada uso real debe ser una nueva superposición. En otro caso no sabríamos lo que la palabra dice aquí.

Así entonces vemos que todas estas situaciones diferentes se superponen todas (cada una impregnada por todas las demás) en nuestra sensación-sentida de familiaridad con una palabra. Esta superposición de todas estas situaciones constituye una función lingüística desempeñada por nuestra sensación-sentida de saber-como-usar una palabra.

Pero también existe una segunda función: una situación humana siempre es parte de una segunda variedad de situaciones: El significado de la situación de la chica envuelve una historia más amplia, y no sólo el aquí y el ahora. El significado de lo que decimos aquí siempre está igualmente constituido por cómo cambia algunas de nuestras otras situaciones. Estas otras situaciones están todas implícitas en lo que es una situación. Esta es la segunda función: actuamos y hablamos para llevar adelante una historia completa constituida por muchas situaciones implícitas.

Por tanto hay dos funciones lingüísticas diferentes que crean dos grupos implícitos de situaciones: Las otras situaciones que constituyen el significado de esta situación son un grupo diferente, no son aquellas situaciones en las que una misma palabra tendría diferentes usos.

Los diversos tipos de situaciones en las que una palabra puede usarse todas se superponen (impregnan) nuestro conocimiento del uso de la palabra. En segundo lugar, una situación humana es un tipo de situación en sí misma porque envuelve implícitamente muchas otras anteriores, posteriores y relacionadas. Hay aún una tercera función: cómo estas dos superposiciones se superponen para crear el significado de la palabra en este tipo de situaciones.

Este modo familiar en el que funciona una palabra en una situación implica no sólo estas tres funciones sino también una cuarta:

Además del tipo específico de situación siempre deben también existir una sensación de la situación concreta en la que nos encontramos. Muchas situaciones se hayan implícitas en una de ellas, pero siempre sabemos cual de ellas está presente en cada momento. Las palabras en sí mismas son generales; pero hablamos y leemos no sólo desde su generalidad sino siempre también en su situación particular. Ésta es la cuarta función desempeñada por el lado subjetivo. Después de todo, las palabras son generales. Incluso palabras tales como “tú”, “ahora”, “aquí” sólo significan esta situación por tu referencia directa a tu sensación-sentida en este momento. Al igual que las formas comunes puede decirse en cualquier sitio. Siempre se sabe por adelantado que surgen en una situación particular y es parte de lo que determina qué palabras surgirán y qué dirán. Esta “función deíctica” (Galbraith 1989) también forma parte del modo familiar en el que las palabras surgen en las situaciones.

Esta relación familiar sólo ha sido estudiada, en la medida que yo sé, en ciertos casos especiales denominados “metáforas”, cuando una palabra se usa en una situación que todavía no era parte de su familia de uso habitual. En ese caso se apreció que se producía una superposición entre el uso corriente de la palabra y la situación presente.

Clásicamente se decía que la metáfora era una superposición entre dos situaciones simples. Mi primera modificación de la teoría consiste en dudar de que sólo hay una situación, la nueva. La así llamada vieja situación de hecho no es una sola situación sino más bien toda una familia de uso. La palabra trae consigo todos sus viejos usos a la nueva situación. Lo que se superpone no son dos situaciones, sino una familia de uso de una palabra y una situación.

Esto ocurre así no sólo con las metáforas sino en nuestro uso habitual de cualquier palabra. Su vasta familia de usos debe superponerse (impregnar) con la situación para que la palabra funcione como lo hace. Este hecho todavía no ha sido totalmente apreciado.

Estudiemos estas funciones. Por ejemplo, sin especificar una situación preguntemos a la gente qué significa la palabra “rosa”. Probablemente describirán su color rojo, su forma, los pétalos. Puede que piensen en las rosas de un jardín, o en el diseño de rosas del papel de la pared, o en una docena del ramo preparado para regalar.

Luego les leemos algunas líneas de un poema sobre una chica que está en un campo. El poema dice que ella “es una rosa”. A esta situación se le superpone ahora una sola rosa que crece sola en un campo. Preguntemos ahora qué tienen en común la chica y la rosa.3

¿Qué dirán? Al igual que la rosa, la chica está viva, es joven, suave, lista para ser recogida, ambas están limitadas por el tiempo, se las debe tocar con suavidad, pueden defenderse y hacer daño, morirán mientras que la persona (un hombre) sólo queda arañado, y así indefinidamente.

Segunda modificación de la teoría: Las comunalidades no determinan la metáfora. Más bien las comunalidades se derivan de la metáfora y sólo una vez que ésta tiene sentido.

Tercera modificación de la teoría: No hay un solo patrón común. La metáfora genera una cadena interminable de comunalidades, no un solo patrón.

No, la superposición de la chica y la rosa no constituye un solo patrón, tampoco una chica o una rosa son patrones. La situación de la chica no es solamente el aquí y el ahora. Una situación humana incluye implícitamente otras situaciones – lo que le pasará, cómo cambiará su vida, …

Como cualquier palabra, la palabra “rosa” trae consigo la superposición de muchas situaciones de uso posibles. Pero las otras situaciones en las que se puede usar la palabra “rosa” no se corresponden con las otras situaciones de la chica. Más bien, es la superposición de estas dos superposiciones lo que produce el sentido que la palabra tiene aquí.

Además, el poeta sabe por adelantado que los lectores también están siempre en su situación de leer un poema. Si no nos sintiéramos siempre en la situación presente hubiéramos sido la chica en ese campo.

Con cualquier metáfora también podemos derivar una cadena inacabable de diferencias. Así las formulamos cuando alguien no entiende la metáfora. Podemos hacerlo especificando lo que la metáfora no significaba: no significaba que la chica estuviera enraizada en el suelo. No, no es una planta, no depende de la lluvia, no tiene pétalos, y así sucesivamente. Repito, hay una cadena inacabable y no una diferencia de patrones.

Pero aún dando por seguro que se trata de muchas, ¿funcionan como patrones? Por ejemplo, teníamos “el límite temporal” como una semejanza entre ellas. Evidentemente podrían tomarse como patrones en el tiempo. Una de nuestras diferencias era que la chica no está enraizada en el suelo. Pero, supongamos ahora que el poema continúa diciendo que ella estaba “enraizada en el suelo”. Si se hablara en general sobre una chica eso parecería absurdo pero en el poema puede decirnos algo: quizás ella forma parte de su cultura nativa. En la situación del poema la historia dice que ella “permanecía inmóvil, indefinidamente, enraizada en el suelo”, cuando un hombre la sorprendió en su paseo por el campo.

Al principio no tomamos “las raíces” como patrón espacial. Esa era una de nuestras diferencias. Si se toma como patrón, sigue siendo falso que su forma humana tenga raíces. Pero lo que se superpone con una situación no es ese patrón espacial de raíces. La función metafórica no queda constituida por el patrón temporal.

Por lo que mi cuarta modificación de la teoría es que las variadas comunalidades retrospectivas tampoco son simples patrones. En otros usos de la palabra funcionan de forma diferente a como lo hacen los patrones.

Cuando las complejidades experienciales se superponen, el resultado puede ser nuevo y no lógicamente consistente con la forma que parecían tener por sí solas. En una superposición ninguna funciona tal y como era. Más bien: cada una funciona ya influida por la superposición con la otra. Cada una está determinada y a su vez determina a la otra. Si funcionaran como patrones lógicos se limitarían una a otra a una superposición mucho menor. Pero: al superponerse cada una abre a la otra hacia un llevar adelante que crea nuevas posibilidades. Cuanto más superposición haya, será posible mayor novedad.

Una vez más podemos generar aparentes comunalidades en lo que “enraizado” significa aquí: significa inmóvil, sin alejarse, frente a alguien aunque no lo desee, alzándose firme desde el suelo … Podemos tomar estos como patrones; por ejemplo, como si no hubiera cambios en el espacio a lo largo del tiempo. Pero tales patrones no es lo que determina el próximo uso de las palabras.

Las diferencias: la metáfora no dice qué parte de la chica está bajo tierra, qué parte chupa el agua de la tierra y así sucesivamente. Pero ahora también vemos que si el poeta creara una de estas afirmaciones no serían los patrones los que funcionarían para hacerlo posible.

Un patrón es lo mismo, independientemente de dónde se utilice, y su afirmación se mantiene cierta o falsa. Como vemos, estos patrones no determinan el uso de una palabra ya que el siguiente uso puede contradecir al patrón. Si la frase “ella chupa agua del suelo” se volviera de hecho aparentemente común a ambas, aún así no se trataría del mismo patrón.

Por tanto, incluso tras la superposición, las comunalidades aparentes no son patrones (también en el caso de las metáforas). No dicen lo mismo, por ejemplo, sobre la rosa y la chica. La misma frase puede de hecho decirse de ambos, pero realmente no dicen las mismas. Lo que se ha dicho no es la misma cosas en dos lugares diferentes. Vemos ésto por lo que se deriva en una al decir la misma frase que a la otra.

Sólo si no proseguimos podemos considerar la comunalidad como un patrón. Esta elección de las diversas formas de “tomar como si fuera” es otra función llevada a cabo por el lado subjetivo.

Podemos ver todo esto en lo que sigue: “Tras este escrito llevaremos acabo una discusión”. En este punto, y en esta situación, ¿qué otras palabras podría usar? Palabras habituales serían: conduciré, moderaré, espero estimular… Espero prepararos la discusión (hacer de ello algo bueno para todos).

Una vez que ciertas palabras han funcionado en un punto dado, ese punto puede hablar por sí mismo: Intentaré … nuestra discusión.

Ya que ese punto puede hablar incluso cuando está vacío, vemos que ese punto contribuye a qué palabra se dirá en él.4 Podemos estudiar estas funciones. Una vez que tenemos un ángulo en una frase podemos observar cómo cambian las palabras a medida que éstas se introducen en ese ángulo. Podemos observar qué es lo que la gente hace en ese ángulo, si se les ofrece un serie de palabras para reemplazarlas. Ya que se han formulado ciertos usos anteriores podemos examinar el uso más preciso que la palabra adquiere al superponerse con el ángulo. También podemos observar cómo, una vez que una palabra ha funcionado en un ángulo determinado, ésta continua funcionando implícitamente en la forma en que la próxima palabra funciona.

Podría ser que todas las palabras pueden decir algo en cualquier sitio, pero para poder hacer eso tienen que funcionar, tienen que tener sentido. Tener sentido es más preciso que cualquier patrón.

Conclusión

He mencionado muchas funciones esenciales del lenguaje que son realizadas por el lado subjetivo. Mis palabras-puente definen, y son definidas por estas funciones. Especialmente he señalado tres superposiciones que funcionan en el caso particular de la metáfora y en general en el uso de cualquier palabra. Se trata de la familia de uso de una palabra, las situaciones implícitas inherentes en lo que significa cualquier situación humana cómo estos dos grupos se superponen en el uso real de cualquier palabra.

He mantenido que en la metáfora y en el uso de cualquier palabra, la familia de uso y una situación se superponen. Que una cadena inacabable de comunalidades aparentes pueden generarse sólo a partir de –y después de– que la palabra se ha superpuesto, funcionado, en definitiva, de que haya tenido sentido. También he mantenido que aunque estas comunalidades aparentes pueden tomarse como patrones (como lo mismo en lugares diferentes), pueden funcionar de otras formas y así ocurre con frecuencia.

Por supuesto que el uso de las palabras no es siempre novedoso. Lo que ocurre es que utilizamos la misma superposición. Por tanto puede resultar valioso reunir estas comunalidades aparentes. Éstas pueden hacer que nuestras lógicas formales y nuestras máquinas reconozcan la metáfora y el uso de las palabras. Pero necesitamos las palabras-puente tanto para ampliar el lado formal como para pensar sobre las funciones que no son realizadas por ese lado formal.

Una situación no posee un patrón fijo que pueda simplemente ser representado o leído. En la propia naturaleza de las situaciones reside su posibilidad de ser restructuradas por las palabras. Las metáforas y cualquier uso de las palabras pueden estructurar aún más cualquier situación, y no sólo a las “indeterminadas”.

Si sólo pudiéramos usar nuestro almacén común de significados, cualquier cosa que dijéramos y escribiéramos sólo nos podría decir lo que ya sabíamos.

En las superposiciones la verdad no puede ser representacional y tampoco puede repetirse a modo de copia. Más bien, hay una verdad de lo que puede superponerse: lo que puede tener sentido. Podemos entendernos unos a otros a través de las diferentes experiencias y culturas porque al superponer creamos en el otro lo que ninguno de nosotros éramos antes. La comunicación y el dar sentido no descansa en las comunalidades preexistentes, como si sólo pudiéramos entender lo que ya conocemos. Cuando somos comprendidos con precisión y exactitud es cuando más interés tenemos en oír cómo se ha superpuesto en la otra persona. La superposición crea algo en los demás que es nuevo tanto para ellos como para nosotros. Esa es la razón por la que nos gusta oír sus reacciones.5

Aquí vemos el gran error de la mayoría de las teorías occidentales: la suposición de que toda cognición debe consistir en patrones o unidades pree xistentes. Sin embargo, todo a nuestro alrededor nos hace ver novedades continuamente y eso evidentemente incluye la superposición que se produce cuando dos personas interactúan.

REFERENCIAS

Galbraith, M. (1989) “What Everybody knew versus what Maisie knew: The Change in Epistemological Perspective from the Prologue to the Opening of Chapter 1” Style, Vol. 23, n.° 2.

Gendlin, E.T. (1991) “Thinking Beyond Patterns: Body, Language, and Situation.” En: den Ouden, B. y Moen, M. (eds.), The Presence of Feeling in Thought, New York: Peter Lang. Cfr. n.° 26 de este volumen.

Gendlin, E.T. (1987) “A Philosophical Critique of the Concept of Narcissism.” En: Levin, D.M. (ed.), Pathologies of the Modern Self, Postmodern Studies. New York: New York University Press. Cfr. n.° 24 de este volumen.

Gendlin, E.T. (1986a) “What Comes after Traditional Psychotherapy Research?” Amer. Psychologist Vol. 41, N.° 2, pp. 131-136. Cfr. n.° 23 de este volumen.

Gendlin, E.T. (1986a) Let Your Body Interpret Your Dreams. Wilmette: Chiron.

Gendlin, E.T. (1981) Focusing. New York: Bantam Books. 2.a edición.

Gendlin, E.T. (1962, 1970) Experiencing and the Creation of Meaning. New York: Macmillan.

Gilligan, C. y Wiggins, G., “The Origins of Morality in Early Childhood Relationships.”

Johnson, M. (1987) The Body in the Mind. University of Chicago Press.

Lakoff, G. y Johnson, M. (1980) Metaphors we live by. Chicago: U. of Chicago Press.

Lakoff, G. (1987) Women, Fire, and Dangerous Things. Chicago: U. of Chicago Press.

Sterner, W.H. (1990) “Computer Programming, Curricular Pluralisms, and the Liberal Arts.” Escrito presentado en: “Systematic Pluralism: An Interdisciplinary Conference.” University of Nebraska. Lincoln. Abril 1990.

  1. Gendlin, E.T. (1991, 1995), “Crossing and Dipping: Some terms for approaching the interface between natural understanding and logical formation. En: Galbraith, M., Rapaport, W.J. (ed.) “Subjectivity and the Debate over Computational Cognitive Science.” Technical Report, State University of New York Buffalo Center for Cognitive Science, pp. 37-59. También en: Mind and Machines, V, n.° 4.
  2. Se han encontrado que ciertas formas características del lenguaje son buenos indicadores para la distinción de este tipo de pasos. En sesiones psicoterapéuticas grabadas pueden distinguirse de otros momentos en los que se está hablando de cosas que han pasado, del análisis intelectual y de la expresión emocional. Estos pasos llevan consigo un silencio, (un ——–) tras el que el problema al que se hace referencia muestra algún cambio, novedad, o algún detalle nuevo. (Gendlin, 1986a, 1986b, 1987).
  3. Si alguien dice “Un cigarro es una bomba de relojería” la gente puede establecer la semejanza. Pero si primero se les pide que escriban las características esenciales de un cigarro, no mencionarán esa peculiaridad concreta.
  4. Por ejemplo, cuando pasamos de una teoría a otra, podemos preguntar: ¿cuánto de lo que mostraba la primera teoría queda aún implícito en nosotros cuando usamos la segunda? La primera parece desaparecer pero normalmente todo lo que mostraba se superpone con lo que dice la segunda. De ahí en adelante lo que la teoría dice ya no es lo de antes. Incluso aunque sólo afirmemos ésta y no la primera, la superposición que hace que ahora tenga sentido también incluye lo que vimos desde la primera teoría. Lógicamente no podemos tener las dos teorías, los dos conjuntos de formas diferentes. Eso sólo deprivaría a ambas de su poder para decir algo. Pero en cualquier momento podemos articular la superposición más compleja, si nos permitimos a nosotros mismos generar nuevas frases y conceptos.
  5. Gilligan no mantiene la afirmación de Hoffman de que “sólo se puede sentir los sen timientos del otro en la medida que los sentimientos del otro son parecidos a los de uno mismo.” Gilligan dice que “considerado a nivel teórico, esto parecería ser psicológicamente imposible, aunque sea deseable moralmente.” Luego cita muchos resultados en los que “compartir los sentimientos” (co-feeling) implica que se puede experimentar sentimientos diferentes a los de uno mismo.”
Chatea con nosotros