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Correlato Corporal del Dolor

Correlato corporal del dolor

¿Para qué puede servirnos saber los correlatos corporales de nuestras dolencias?

En líneas generales, podemos hacer una gran diferencia con esa primer pregunta. Preguntarnos “¿Para qué?” en vez de “¿Por qué?” facilita la introspección más allá de la explicación.

Conocer los correlatos corporales de los dolores, puede ser el punto de partida para la exploración personal. “Ahora que me doy cuenta que me duele algo y que ese algo tiene su manifestación en mi cuerpo ¿Qué quiero hacer?”

Una molestia no escuchada, un pensamiento no atendido, una fantasía o un miedo que se expresa y no es oido, es como un niño tironeando de nuestros pantalones. Cuando un niño hace eso, la mayoría de las veces no se detiene hasta recibir atención, lo más probable es que sea cada vez más insistente y enérgico, hasta conseguir que lo escuchemos. Algo tiene para decirnos, para mostrarnos.

Si a este niño lo miramos a los ojos y le preguntamos qué nos quiere decir, si establecemos un diálogo, ya no necesitará tirar de nuestros pantalones. Se expresará a su modo para resolver aquello que lo aqueja. Algo parecido pasa si le explicaramos que en este momento no le vamos a prestar la atención requerida, que ya vamos a encontrar un momento para dialogar, que tenga paciencia. En este caso, dependiendo de la urgencia del niño, permanecerá paciente o se volverá más insistente.

Con los dolores, molestias, miedos y diversas situaciones inconclusas, pasa lo mismo. Comienza con una pequeña llamada de atención que podemos o no ignorar, o paliar con algún medicamento por ejemplo. Continúa siendo cada vez más llamativa, quizás al punto de “impedirnos” hacer algunas de nuestras tareas y tal vez alli, reciba mayor atención.

Esta imagen, que explica los correlatos corporales de diversos dolores, puede ser algo a tener en cuenta, la punta del iceberg para revisar qué más hay allí.

Si me duele el codo o la cadera, las rodillas o los hombros; puedo tomarlo como una invitación a la introspección. ¿Qué me pasa al enterarme que el dolor de cadera representa el “Miedo a ir más allá en las decisiones importantes?” ¿Hay alguna decisión importante que me esté proponiedo tomar en este momento? ¿Hay algo de esa decisión a tomar que me genere una movilización o paralización tal que me provoco este dolor?

En definitiva, lo que intento comunicar es que si nos escuchamos, si logramos mantener un diálogo interno y brindar atención a la propia experiencia física, creo que es posible que vivamos con menos dolores fuertes o paralizantes. Que no nos haga falta esperar a que la gripe nos deje de cama para entender que nuestro cuerpo necesita un descanso. Aprender que la experiencia de algo en mi que necesita ser atendido, es suficiente para darme el tiempo, el espacio y la atención, sin necesidad de la “excusa” de estar “en cama” para justificar el recreo que pide mi cuerpo. 

Desde mi experiencia personal y profesional, atender la experiencia es muy significativo. Facilitar la atención de la experiencia con recursos Gestálticos y de Focusing, sumado a las actitudes del ECP, creo que es más facilitador aún.

Parafraseando a Elena Frezza, los invito a escuhar su cuerpo mientras “susurra”, es posible que si no lo escuchan, les empiece a “gritar”.

Clr. FOT Yanina Blacher

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